CÓMO ABORDARLO: Este es un sendero restringido a las rutas organizadas por el Centro de Visitantes de Mancha Blanca. Se organiza los lunes, miércoles y viernes de cada semana durante todo el año, de 10:00 a 13:00 horas aproximadamente. Hay ocho plazas en cada ruta. La participación es gratuita. Contamos con un guía que nos describe el Parque Nacional de Timanfaya, su historia y principales características geológicas. Reservas: Aquí.
Desde las entrañas de Timanfaya parte esta majestuosa ruta. Exactamente, a unos pocos kilómetros al noreste de El Golfo. Hasta allí, hemos accedido en furgoneta, junto a los siete compañeros de pateo, con el personal responsable del Parque Nacional. En las faldas de Montaña Encantada, tenemos una breve descripción del espectacular paisaje que vamos a atravesar. Una leve mirada al horizonte por cubrir nos revela que sí, que esta caminata va a resultar algo especial. Además, el sendero es muy sencillo. Se requiere una mínima forma física para abordarlo.
En dirección noreste, acabaremos a pocos kilómetros al oeste del pueblo de Yaiza, tomamos el camino. El día acompaña, despejado y con poco viento. La estampa con las caprichosas combinaciones de las lenguas de lava y el picón atrapa al senderista. El negro, el rojizo y el ocre, junto a la escasa vegetación verde, se entremezclan en una sublime explosión de colores. A la media hora aproximada, la guía nos invitará a introducirnos en una burbuja volcánica. Allí, bajo el suelo (ver foto a la derecha), tomaremos reposo al mismo tiempo que se explica el porqué de estas curiosas formas geológicas. Sin lugar a dudas, la experiencia va resultando una mejor fórmula para conocer el espacio natural de Timanfaya.
Otra vez sobre la superficie, retomamos el sendero zigzagueando Montaña Rajada y Pico Rajado. El camino sigue siendo muy sencillo, lo que permite perder la mirada por los mil y un panoramas diferentes, en medio de un silencio cautivador. Las higueras en medio de las montañas dan fe de un pasado en el que Timanfaya, sorprendentemente, era tierra de agricultores. Hoy, cuando en 2007, 878.000 personas visitaron el Parque Nacional, el sacrificado pasado queda como una postal histórica. Al igual que los secadores de higos, construidos en el accidentado paisaje con piedra volcánica, que aguantan el paso de los años. De sol a sol, los antiguos pobladores de Yaiza y Uga se subían a sus camellos en dirección a este paraje, cargaban los higos secos y retornaban a sus hogares con el dulce nutriente.
Superadas las esbeltas figuras de Montaña Rajada y Pico Rajado afrontamos la recta final de esta ruta, tras dos horas de pateo. El balance de los caminantes resulta coincidente: excelente, admirable, grandioso. Un nuevo furgón del Parque Nacional nos trasladará al Centro de Visitantes de Mancha Blanca. La guía se sorprendió al ver un lanzaroteño entre las filas de los senderistas. No es para menos. Nos acompañaron dos argentinas afincadas desde hace cuatro años en Lanzarote, un italiano y una española que viven en París, recién casados y de luna de miel en nuestra isla, un madrileño de visita familiar en Famara y otra pareja de la península. «No es muy frecuente», dijo. «Puede ser – le respondimos – porque percibimos los centros turísticos como cosas de turistas». Los lunes, los miércoles y los viernes de cada semana de todo el año. Gratis. Consultar disponibilidad y reservas