Editorial
En su segunda edición, el Festival Malpaís de Arrecife ha confirmado que la capital lanzaroteña, con todos sus déficits en infraestructura cultural, puede generar vida. La estampa de la masa seguidora de las actividades artísticas desarrolladas por el casco histórico habla por sí sola. Niños, jóvenes y no tan jóvenes se dejaron llevar y disfrutaron. Antes, durante y después de tanta cultura, las terrazas y los bares estaban desbordadas, los parques mantuvieron a los niños con sus padres y, en suma, Arrecife mostró durante el pasado fin de semana una imagen contraria a la que acostumbra desde que los comercios del centro dan el cierre a las 14:00 del sábado.
El año pasado, en el primer Malpaís, se produjo una respuesta similar y a su conclusión, la tradición retornó a la capital: esas tardes de sábado fantasmales y domingos de un pueblo del viejo Oeste de apariencia abandonado a los que sólo falta un par de aulagas recorriendo la calle Real. Ahora, mientras se degusta la miel del éxito, es cuando corresponde hacerse la pregunta, esta vidilla, ¿sólo es asumible una vez al año?
A nuestro entender, la respuesta es obvia. Arrecife debe abrirse y dotar de vida aquellos espacios que, aún con déficits, puedan insuflar oxígeno. La Plazuela, el Charco, el Ramírez Cerdá, la plaza de San Ginés o el parque Islas Canarias constituyen valiosas piezas con todas sus potencialidades aún por desarrollar. Este Malpaís ha evidenciado que el conjunto histórico de Arrecife y su bahía, a falta de teatros, auditorios o palacios de congresos, resultan infraestructuras válidas para fomentar cultura.
Arrecife no debe contar sólo con dos fechas, Malpaís y las fiestas de San Ginés, donde se concentre en exclusiva el arte en la calle. Estas citas tendrían que ejercer un papel finalista o, si se quiere, de gustosa guinda de un gran pastel donde el esparcimiento y la vida compartida en la capital estén en primera plana. En este sentido, cobra interés la pregunta de muchos consumidores de los eventos del pasado fin de semana, ¿volverá a repetirse el páramo posterior al primer Malpaís?
Alrededor de un proceso de transformación como el que precisa la capital surgen innumerables excusas, pero una alcanza el principal protagonismo, “no hay dinero”, suele declarar la clase dirigente. A falta de cuartos, que no lo dudamos, la decidida voluntad de dibujar una Arrecife viva arrasaría con todo.
Mientras llega la voluntad, a disfrutar que son dos días. Este viernes y sábado, Manumayá, el próximo martes Pedro Guerra y el 25 y 26 de abril, el bailaor Antonio Canales.