Francisco Castro Quintero
Este año, como muchos otros, he salido a la calle a disfrutar de la fiesta más desenfrenada y loca del planeta. Después de tanta polémica derivada del traslado de las fiestas al denominado recinto ferial, comprobé en primera persona el rotundo fracaso del nuevo sistema ideado por el actual grupo de gobierno del Ayuntamiento de Arrecife.
Como cada año, la zona de El Almacén, Tambo y Buzo estaba repleta de público sediento de fiesta. Sin embargo, en esta ocasión, no pudimos disfrutar de los tradicionales ventorrillos y tampoco de la música en la calle. El recinto ferial, como lo quieren llamar desde el Ayuntamiento, ofrecía el grueso de las fiestas mediante la implantación de carpas varias que proponían diferentes estilos de música y ambientes. En mi humilde opinión, el Carnaval es una fiesta del pueblo que se disfruta EN LA CALLE, y no en corrales.
Entiendo que se pretenda controlar la posibilidad de que ciertos actos vandálicos perjudiquen la festividad. Entiendo también que para mayor seguridad de todos se realicen modificaciones estructurales que permitan un rápido acceso a cualquier rincón de la fiesta por parte de bomberos o unidades médicas y policiales. Pero no entiendo la carencia de sentido común de los responsables de la organización de este año. El carnaval se disfruta en la ciudad y no en corrales de plástico que clasifican a las personas como si se tratara de ratas de laboratorio.
Evidentemente puedo equivocarme al dar mi opinión. Es posible que muchos no la compartan, pero estoy seguro que también muchos me entenderán. El Carnaval de Lanzarote va a menos, como la isla en sí. Hay que cambiar el modelo o correremos el riesgo de perder nuestras tradiciones. No pido un carnaval como el de Tenerife o Las Palmas, pero sí que se podría coger recorte de nuestros vecinos a la hora de crear un recinto como Dios manda: en la calle y bien organizado.
Arrecife cuenta con una extensa avenida de cara al mar. Bajo mi punto de vista, un escenario perfecto para dar rienda suelta a la alegría, la diversión y el desenfreno. Además, nuestro clima es estupendo para eso. La gente quiere disfrutar del carnaval en la ciudad, y no de una carpa de plástico completamente cerrada en la que te tragas la música que te echen. Pasear por las calles de la capital con tu disfraz, cambiar de música y de ambiente mientras compartes tu alegría con el resto de mascaritas. En carnaval la gente quiere besarse, reírse, gritar y cantar. Quieren ver a los demás y ser vistos por otros. Quieren beber, escuchar música y bailar.
Como cada año, este carnaval reunió a cientos de personas en el centro de la ciudad, al margen del recinto ferial. Y allí estaba yo, con unos amigos de la península que, a falta de música, y en cuestión de media hora, decidieron abandonar este espacio para acudir al recinto ferial. Una hora más tarde se estaban marchando para casa. Me dicen que la zona de carpas no era lo que ellos pensaban que sería el Carnaval. No entendían porqué lo habían organizado así. Salías de una ratonera y te metías en otra mientras te helabas de frío por el camino.
Por esto, y por más cosas, considero que sería conveniente replantear la organización del Carnaval del próximo año. Hay que aprovechar la avenida que va desde el Charco hasta el Reducto, o al menos un tramo de dicha avenida. Bien organizado, con fácil acceso para los servicios públicos y con un dispositivo policial que garantice, en la medida de lo posible, la seguridad de las personas y que protejan a la ciudad de posibles daños materiales. Y por las mañanas, a primerísima hora, un rápido y eficiente servicio de limpieza que devuelva la normalidad a las calles. Y para aquellos que alargan la noche hasta bien entrada la mañana, preparar una zona concreta que permita seguir disfrutando a los que continúan de fiesta, sin que esto perjudique en exceso el normal desarrollo de los quehaceres de los que no quieren fiesta y aprovechan el día siguiente para pasear por las calles ya limpias de la ciudad. Esto sería, para mí, una fiesta del pueblo, en el pueblo. ¿Se imaginan las calles de Tenerife vacías, con la gente metida en carpas de plástico? Yo no.
La ciudad de Arrecife debe crecer, mejorar y ofrecer así un espacio de ocio y esparcimiento en sí mismo. ¿O acaso cuando vas de viaje a otra ciudad no te gusta disfrutar de la zona centro, el casco histórico y sus tradiciones? Entonces, ¿por qué nos montan esta novedosa parafernalia en medio de un parking?
Estimados responsables: No cuenten con mi voto.