Keller Slaty
Lanzarote vive del turismo. Últimamente más bien malvive pero sobrevive gracias al turismo. Una gran parte de la sociedad local se ha abierto a la gente que los honra con su visita, ha demostrado apertura de mente, se ha esforzado por presentar su mejor cara, su cordialidad, su educación. Y los visitantes se lo pagan, cada uno recordándonos que vivimos en un paraíso. Sin embargo, todavía existe un minoría étnica de la sociedad lanzaroteña, llamados “los locales feroces” al cual el dios del mar ha otorgado la misión de proteger sus aguas de la presencia bárbara de la sub-raza llamada los “surfista-de-fuera”. Los orígenes en el tiempo de los “locales feroces” son relativamente recientes, ya que estos aprendieron su oficio de la mano de “surfistas-de-fuera” Americanos y Australianos. Paradoja que de entrada nos deja entrever la agudeza mental de esta gran raza.
El origen geográfico también es algo confuso y no se sabe bien cuales son los requerimientos genéticos para tener un salvoconducto en La Santa o San Juan. La cosa se complica aún más cuando el pool genético se mezcla fruto de una unión entre un “local” y “surfista de fuera”. Un reciente estudio ha sacado a la luz que muchos de los “locales feroces” más activos no son ni siquiera de la isla y fueron en su día “surfista-de-fuera”. La gran cuestión que intriga a los expertos es pues ¿si se nace o se hace uno “local feroz”? Fuentes anónimas revelan que para infiltrarse en este grupúsculo elitista es necesario saber decir “chacho”, “me c_g_ en la p_t_” y “como te vea en el pico te parto la boca” sin pestañear y con cara de Robert de Niro en Taxi Driver.
Lo más sorprendente de esta raza es que la componen Maestros de Escuela, Padres de Familia, Personas Calvas. Al verlos en plena acción de “territorial pissing” uno automáticamente piensa en cachorrillos rabiosos, pero no, estamos delante de personas que han sobrepasado su hormonal pubertad y se encuentran ya asentados en la plenitud de su madurez…Si es verdad que la madurez no se acompaña siempre de sabiduría, ni de educación, ni de generosidad, ni de tolerancia. Pero se sospecha que los locales no son maricones, y mariconadas las justas….Servidor se consuela pensando que cuando estos locales estén en una silla de rueda achacados por la diabetes y la artritis, él estará surfeando La Santa acordándose de sus caretos con una sonrisa en la boca.
Al igual que el niño que no conoce otro mundo que sus juguetes y egocéntricamente tiende a quererlo todo para él, el “local feroz” detrás de una humareda de “respect” y “protección de un patrimonio para VIP” es en el fondo un niño que no ha sabido superar esta fase anal y tiende a pensar que todo es para él. Es importante que el “local feroz” reciba mucho amor para poder sobrepasar esta etapa difícil en su crecimiento personal. Si conoces a un “local feroz” dale un beso, un fuerte abrazo, una pegatina de RipCurl, cualquier cosa que pueda ayudarle a mejorar su autoestima.
El local nunca es singular, siempre plural. Un local cuando está solo se acobarda, ya no tiene a sus oficiales para respaldarle en la protección de su territorio, y en esta configuración incluso puede resultar simpático. Es cuando otros locales se juntan que el local se transforma en el “local feroz”, dentro de su manada, el local encuentra en la pluralidad las fuerzas para ejercer su mandato como soldado de Neptuno.
Muchos han salido de la isla, y se han topado con “locales” de otras islas, que los han recibido con hospitalidad, generosidad y apertura de mente. Se han puesto en la piel del “surfista-de-fuera” y se han dado cuenta que Neptuno también es su dios. Al igual que las enfermedades y las quemas tienen a largo plazo un efecto depurador y transformador, esperemos que esta gran epidemia de esquizofrenia que se ha abatido sobre los “locales feroces” les de la oportunidad de mirar al futuro con paz y que transformen el agua de nuevo en un terreno de juego y disfrute para todos.