Editorial
El Festival de Música de Canarias nos dejará en Lanzarote durante el mes de febrero tres conciertos de envergadura. Quien haya decidido presenciar a la orquesta de cámara de Berlín (6 de febrero), The Swingle Singers (13 de febrero) o al pianista José Luis Castillo (24 de febrero), habrá comprobado que desde su ordenador, vía internet, puede adquirir su localidad gracias al servicio de caja tique de La Caja de Canarias.
El mecanismo, cómodo y sencillo para el usuario, está extendido desde hace años en las capitales culturales españolas, cines, teatros, conciertos… acceder a la cultura cuesta dinero, sí, pero no dolores de cabeza. El mecanismo, cómodo y sencillo para el administrado, apenas se utiliza en la agenda de actos culturales de Lanzarote. La obligación de presentarse en el Centro Insular de Cultura El Almacén o los departamentos de cultura de Teguise, Tías y San Bartolomé resulta, a estas alturas de siglo XXI, una clarísima deficiencia del sistema insular de cultura. Atendiendo en exclusiva a la rigidez de los horarios públicos, venta de entradas de 08:00 a 15:00 horas en el mejor de los casos, se deja en desigualdad a aquellos ciudadanos que trabajan en similar franja horaria y/o tengan su puesto de trabajo excesivamente distanciado de los puntos de venta. Acceder a la cultura en Lanzarote cuesta dinero, sí, pero también trae dolores de cabeza.
El penúltimo ejemplo de esta paupérrima situación lo vivimos hace dos sábados con el concierto de El Cigala en el teatro de San Bartolomé. Las entradas volaron en cuestión de horas. ¿Cuántos ciudadanos quisieron luchar por una butaca? ¿Cuántos de éstos se vieron impedidos por la cuestión geográfica? ¿Es propio de estos tiempos escaparse del trabajo, coger el coche, dejar un euro al aparcacoches, hacer cola y encima quedarse sin entrada? Pensamos que no es propio de estos tiempos. Resulta impropio no aprovechar las nuevas tecnologías, internet entre ellas.
Costará dinero, seguro. Tiempo, esfuerzo y control, también. Sin embargo, abordar una profunda modernización del sistema de acceso a la cultura en Lanzarote igualará al conjunto de ciudadanos y cualificará el servicio que se ofrece a los administrados. Teniendo en cuenta que algún segmento de población no navega en internet y dejando una cuota de entradas para este público, no constituye problema alguno la convivencia del viejo sistema de venta física junto al novedoso y comodísimo golpe de ratón, tarjeta bancaria mediante.