Categoría: 5 estrellas (Lujo).
Ubicación: Primera línea de mar en el núcleo turístico de Playa Blanca.
Habitaciones: 206 standar, tres junior suites, nueve suites y servicio real (un lugar exclusivo dentro del Hotel que comprende 49 habitaciones).
Precio aproximado: Según temporada y categoría, entre los 130 y 200 euros por noche con desayuno incluido.
Gran Meliá Volcán ocupa una de las franjas más envidiables del antiguo pueblo pesquero de Playa Blanca. Alejada del bullicio del núcleo turístico, su localización junto al histórico Castillo del Águila le confiere una impecable panorámica de la costa sur de Lanzarote, con las vecinas islas de Fuerteventura y Lobos enmarcadas en una perfecta postal y vistas incluidas de la más preciada cala de baño de la isla, Papagayo. El hotel replica la arquitectura tradicional lanzaroteña. Resulta la tónica dominante en sus espacios comunes, pero sobre todo en las simpáticas fachadas de cada una de las habitaciones. Los diferentes colores de los portales insulares, verde y azul eminentemente, confluyen en una fresca y simpática estampa bastante original.
De las estancias comunes del alojamiento brota un ambiente de tranquilidad absoluta. Incluso en el período estival, con mayor presencia de población infantil, la amplia disposición de piscinas (un total de cuatro, con tres climatizadas y una más para niños) diversifica las zonas de esparcimiento lográndose una buena dosis de relax. El hall interior, con amplios y confortables salones desperdigados en sus cuatro plantas, complementa la sensación de reposo y serenidad. En suma, el hotel adquiere un perfil especialmente indicado para parejas, gracias a un aura ciertamente romántica, aunque está equipado para dar respuesta a las demandas de una escapada de carácter familiar.
Entre la tradición y la modernidad
Las 206 habitaciones del Gran Meliá Volcán reflejan claramente la juventud del hotel (inaugurado en 2002). Perfectamente equipadas, su sencilla decoración, donde resaltan sus vivos colores, transfiere un aire tradicional, típico de las casas lanzaroteñas. Todas las habitaciones aprovechan la cercanía de la bahía con una terraza correcta, habilitada de mobiliario para tomar el sol o perder la mirada hacia los encantos del mar. Llama la atención el silencio sepulcral que emana de la morada. Algunos detalles redondearían esta habitación común. Por ejemplo, una buena televisión de plasma.
La línea alojativa se extiende a tres junior suites, nueve suites y un lujoso servicio real. Éste último, conformado por 49 habitaciones, incluyendo cinco junior suites y ocho suites, eleva considerablemente el nivel del hotel. Decorada con toques modernos y un lujoso equipamiento ofrece al huésped servicio de mayordomía, desayuno privado… El servicio real cuenta con un suntuoso espacio común privado. Elevada del nivel del suelo abrazamos visualmente la atrayente figura salvaje de Papagayo, isla de Lobos y las dunas de Corralejo de Fuerteventura. La terraza incorpora dos sugerentes bañeras de hidromasaje, un curioso bar húmedo y un variado surtido de tumbonas, hamacas y camas balinesas.
Gastronomía y ocio
En la línea de homenaje a los activos culturales de Lanzarote, el servicio gastronómico del Gran Meliá Volcán incorpora el restaurante-Tasca Yaiza, abierto para el almuerzo, ofreciendo, además de una carta española-internacional, una variedad del surtido tradicional de la cocina local. El queso, las papas arrugadas, el pescadito fresco del litoral y el mojo picón constituyen el menú tipo para conocer y degustar los platos canarios. Junto a la principal piscina del hotel se encuentra el restaurante buffet La Florida, abierto para desayuno y cena con una amplia carta de cocina española e internacional, menús temáticos y show cooking. La propiedad extiende su abanico culinario con el trabajo en común con Casa Roja, un selecto restaurante ubicado en el vecino puerto deportivo Marina Rubicón.
De este recinto deportivo se nutre la programación de ocio del hotel. El tenis y el pádel se pueden practicar gratuitamente en las canchas del puerto, a unos 500 metros aproximadamente. El agradable ambiente nocturno de Café del Mar, The One o el bulevard comercial conforman otro abanico de opciones para ocupar el tiempo libre. Dentro del hotel muy poco ocio se puede vivir. Un minúsculo gimnasio, un pequeñísimo spa y un miniclub con actividades para los más pequeños resulta la escueta programación de dinamización. No obstante, el vecino puerto deportivo suple con garantías este déficit. Otro aspecto a reseñar es la cercanía a las magníficas calas de Papagayo, a media hora de agradable paseo.