Este sábado, 12 de enero, a las 16:30 horas, hay una cita muy especial con la tradición deportiva y social de la isla Lanzartote. El municipio de Teguise retrocede en el tiempo hasta el siglo XV con un gran partido de Pelotamano en La Molina de la Villa de Teguise. Para dar a conocer este deporte y volver a ponerlo en valor, los jugadores de pelotamano de la isla, en colaboración con el Servicio Insular de Deportes del Cabildo de Lanzarote, llevarán a cabo un desafío de pelotamano.
Lanzarote ha logrado conservar, en su forma original, un deporte que data del siglo XV. Aún quedan en la isla grandes jugadores del tradicional Pelotamano, cuyas primeras referencias históricas aparecen en 1616.
Reseña histórica
Los orígenes de este deporte a Canarias no son esclarecedores. Textos hablan de tradición francesa, otros castellana. Se conocen modalidades parecidas al pelotamano canario en España y otros países europeos. Las primeras referencias en Lanzarote se sitúan en 1616, en el municipio de Teguise. Según las reseñas históricas disponibles, a la pelota se jugaba los domingos o días de fiesta. Aunque no existen documentos históricos en los que se hable de campeonatos de pelota en Lanzarote, se tiene constancia oral de que existían encuentros de pelota de un pueblo contra otro e incluso enfrentamientos de pelota con participantes del mismo pago. En estos partidos no faltaba ningún matiz del juego, además del tradicional ponche.
En la intrahistoria del juego se habla de algunas anécdotas que confirman la gran popularidad que alcanzó en su tiempo, como que en Teguise se mantuvo un duro campeonato de pelotamano en el que los participantes estuvieron jugando tres días seguidos. Por aquel entonces los jugadores de pelotamano se desplazaban en burro o caminando hasta el lugar donde tenía lugar el desafío.
Entre los años 1934 y 1935 se registran varios campeonatos y, es entonces, en 1935, cuando aparece un reglamento. Estos encuentros estaban organizados por la Sociedad de Recreo Agrupación de Lanzarote y Fuerteventura. En cuanto al número de espectadores, tampoco existen referencias escritas del montante exacto de aficionados que asistían a ver los partidos de pelota en Lanzarote. Se hacían al aire libre y se conoce, por tradición oral, que era un deporte seguido por cientos de conejeros que acudían también de un pueblo a otro a ver los desafíos.
Los jugadores de pelota aprendían viendo jugar a otros más mayores. Los jóvenes reemplazaban a alguno de los jugadores más veteranos cuando éstos faltaban a su cita, jugando cerca de alguno más mayor para apreder la técnica original.
A partir de 1936, con la Guerra Civil española y la aparición de otros factores como el asfaltado de las calles, el tráfico y el desinterés de los jóvenes de entonces por mantener este tipo de deportes tradicionales, el juego de la pelota entró en decadencia en todo el territorio de forma generalizada, excepto en Lanzarote, donde se mantuvo de una forma esporádica en algunos pueblos como Teguise, Tiagua y Soo, teniendo su influencia también en el folclore, el transcurrir cotidiano, el romance, e incluso desarrollando una nueva acepción del verbo ‘botar’.