CÓMO ABORDARLO: Dejar un vehículo en la iglesia de Tiagua y otro en la playa que escojamos para darnos un chapuzón en Caleta de Famara. DISTANCIA: 14 kilómetros. DIFICULTAD: Baja. DURACIÓN: Entre tres y media y cuatro horas. A TENER EN CUENTA: Llevar ropa y calzado adecuado. Agua. Alguna chocolatina y bollería. Gorra y crema solar. PARA DESPUÉS DEL PATEO: Baño en la playa de San Juan o en la kilométrica de Famara o almorzar buen pescado en Caleta de Famara.
Los primeros pasos entre la iglesia y el Museo el Patio de Tiagua no hacen sospechar la cercana irrupción en uno de los paisajes más particulares de Lanzarote. De apariencia desértica, el camino hacia Soo y Caleta de Famara (hacia el noroeste la primera estación y noreste la segunda) nos mete de lleno en la ruta del jable de origen marino, que ha ocupado buena parte de la superficie de la isla. Este viaje del jable a través de Lanzarote parte desde el Atlántico, al norte de la isla, y la atraviesa por su franja central creando las pobladas playas de Playa Honda y Puerto del Carmen, al sureste de la isla.
A escasos trescientos metros de la entrada al Museo El Patio, encontraremos un desvío claramente identificable que nos guiará durante todo el camino. Desde el inicio, estamos en situación de contemplar la peculiar postal desértica con el risco de Famara como faro del trayecto y la visión de las islas del Archipiélago Chinijo (islotes al norte de Lanzarote) de fiel acompañante. Es por ello que en muchos momentos la ruta puede parecernos un tanto monótona.
Inmersos en el jable, con Tiagua a nuestra espalda, hallaremos múltiples cultivos que salpican las secas hectáreas. ¿Qué serán estas plantitas de amarilla flor? Calabazas. Hermosas calabazas. Aunque pueda parecer una paradoja, el árido escenario fue terreno de siembras de cereales, trigo y centeno, plantación de huertas de tomates, melones, sandías, batatas y las ya comentadas calabazas.
Estas últimas, junto a las batatas, permanecen en la actualidad con muy baja producción. Tropezamos con un veterano agricultor y nos confirma que en efecto: «De aquí (Tiagua) a Soo, batatas, sandías, melones…hoy, los jóvenes tienen su trabajo y unos pocos mantenemos la batatita». El que fuera motor económico de la isla junto a la pesca, es hoy agricultura de fin de semana: «El campo es muy aperriao«, sentencia el amigo. Una breve, pero completa descripción sobre los modos de cultivo en esta zona y el sacrificado mecanismo de producción, la encuentran en este estupendo texto de Marta Peña Hernández.
El sendero es muy sencillo. Bastante ancho y con un suave firme, aunque el jable poco a poco se va notando en nuestro tren inferior. Hay muchos caminos que se entrecruzan. Para no liarnos, lo mejor resultará caminar en dirección oeste-noreste hasta encontrarnos en la perpendicular del pueblo de Soo, claramente visible desde la salida de Tiagua. Una vez en ese punto, variaremos la dirección, de este a noroeste hasta dar con unos corrales de cabras que nos darán la bienvenida en este apacible rincón lanzaroteño.
Por el camino habremos dejado las batatas y las calabazas, un curioso circuito de motocross y la horrorosa huella de la extracción de áridos destinada a la construcción. Las eternas aulagas, propias de los ambientes más secos de la isla, también nos han dado compañía, al igual que desde el cielo han acompañado nuestros pasos algunas especies de aves como las hubaras y los alcaravanes. El silencio es profundo, propio del pintoresco lugar, clavado a cualquier plató natural de un western de John Wayne.
En Soo podremos retomar fuerzas en las bancadas de la plaza principal o en el bar La entrada. Hemos cubierto la primera parte del sendero, seis kilómetros. Nos quedan otros ocho, los que separan Soo de Caleta de Famara. En dirección oeste-este saldremos de Soo por el lado izquierdo de la carretera. Asocados por el pico Colorado y la caldera Trasera de este pueblo, encontraremos a unos 500 metros la vereda que nos situará nuevamente en plena ruta del jable. Bordearemos caldera Trasera y Montaña Juan Hierro en dirección norte.
Desde este punto, dependiendo del día eso sí, podremos presenciar en todo su esplendor las islas de Montaña Clara, roque del Oeste y La Graciosa donde destaca de esta última Montaña Amarilla. Continuaremos hacia el norte hasta que superemos por su cara norte otra pequeña cota montañosa, montaña Chica, donde variaremos la ruta para dirigirnos al pueblo de Famara.
A medida que nos aproximamos a este núcleo, la majestuosidad del risco de su playa combinada con la estampa de las islas de Chinijo explican esa ruta que estamos a punto de terminar. Desde la cara norte del océano Atlántico que baña Lanzarote, entra con puntualidad suiza cada día y a todas horas esa arena marina que hemos denominado jable. De aquí riega toda la franja central de la isla y puebla las calas marítimas del sureste como son Playa Honda y Puerto del Carmen.
A unos pocos kilómetros al oeste de Famara aparece el campamento de playa San Juan. En pleno julio, temporada en la que se cubrió este trayecto, los campistas asedian este reducto de paz y tranquilidad. Sorprende la estupenda organización de cada estación campista. Parecen auténticas casas, segundas residencias, vaya, con antenas de televisión incluidas, a dos metros del agua y con unas vistas magníficas.
En Famara, después de tres horas y media de pateo aproximado, seguimos caminando sobre jable. Es el único pueblo de Lanzarote que ha mantenido su red de carreteras en este estado. Hay movimiento en Caleta, no en vano, es uno de los puntos más visitados por su espectacular y kilométrica playa al resguardo de su no menos impactante risco.