Mejor noche imposible. El pasado sábado 18 de agosto de 2012. Estábamos hospedados en El Hotelito de El Golfo y tras almorzar en Casa Torano y la comida prevista del domingo en Costa Azul, nos decantamos por darnos un salto a Playa Blanca para cenar. Hacía un tiempito que no visitábamos Casa Brígida. Acertamos. Nada pasó porque 80 personas coincidieran con nuestro pensamiento.
A destajo la cocina con Pedro Santana hiperactivo controlándolo absolutamente todo. Tanto control que cuando fui al baño me exigió desde la cristalera de la cocina que Fran fuera para allá, ahorita mismo, con su cámara.
Mesa para cuatro (más dos Gremlins de acompañantes) en el paseo del puerto deportivo Marina Rubicón. La gente guapa, la noche, ya decíamos, impecable, y una ligerísima brisa que empezó a aliviar el calor de la jornada. Cañas y una shandi. La consulta de cartas y la boca agua. De entrantes unas ventrescas de atún con tomate aliñado, un golosinoso rulo de cabra y unas habas salteadas con pulpitos y verduras.
Justo cuando descorchaban el malvasía blanco de Stratvs se nos sentó en una mesa cercana el ministro Soria, don José Manuel. De lo último que pensábamos hablar aquella noche era de las prospecciones petrolíferas, pero el hombre propone y Soria dispone. Nosotros estamos seguros de que se equivoca con las prospecciones. Sin embargo, en cuanto a sus elecciones culinarias, Soria acierta con Casa Brígida.
A pesar de los 80 comensales nos sorprendió la agilidad de la cocina. Cuando uno va a cenar a las 20:30 y se encuentra esa tropa, hace cálculos de acabar con los postres a las 23:30 como mínimo. No fue el caso. Tras las degustaciones de entrantes llegaron los platos principales. Un lomo de cherne al horno de esos que se deshacen en tu boca. Pura delicia. Nos gustó también el bacalao, así como los lomitos de pámpano. El estrés en la cocina se lo trasladaron al fotógrafo que prefirió un chuletón de cebón al gusto del chef. Buenos productos, bien frescos, y una cocina notable. Nos atrajo la elegancia de la carta de vinos. Hay variedad y guarda una más que correcta relación calidad-precio.
Nos quedamos con las ganas de probar un souflé de chocolate o el hojaldre templado de manzana. Pero es el precio de ir a cenar con pequeñines. Otro día sin parientas proteccionistas ni Gremlins, larga es la noche en Playa Blanca. Optamos por volver al hogar, descorchar un Rioja y hablar de lo divino y lo humano hasta la 01:30.
Galería de imágenes del Restaurante Casa Brígida
Restaurantes en Lanzarote
De tapas en Lanzarote
Justo cuando descorchaban el malvasía blanco de Stratvs se nos sentó en una mesa cercana el ministro Soria, don José Manuel. De lo último que pensábamos hablar aquella noche era de las prospecciones petrolíferas, pero el hombre propone y Soria dispone. Nosotros estamos seguros de que se equivoca con las prospecciones. Sin embargo, en cuanto a sus elecciones culinarias, Soria acierta con Casa Brígida.
A pesar de los 80 comensales nos sorprendió la agilidad de la cocina. Cuando uno va a cenar a las 20:30 y se encuentra esa tropa, hace cálculos de acabar con los postres a las 23:30 como mínimo. No fue el caso. Tras las degustaciones de entrantes llegaron los platos principales. Un lomo de cherne al horno de esos que se deshacen en tu boca. Pura delicia. Nos gustó también el bacalao, así como los lomitos de pámpano. El estrés en la cocina se lo trasladaron al fotógrafo que prefirió un chuletón de cebón al gusto del chef. Buenos productos, bien frescos, y una cocina notable. Nos atrajo la elegancia de la carta de vinos. Hay variedad y guarda una más que correcta relación calidad-precio.
Nos quedamos con las ganas de probar un souflé de chocolate o el hojaldre templado de manzana. Pero es el precio de ir a cenar con pequeñines. Otro día sin parientas proteccionistas ni Gremlins, larga es la noche en Playa Blanca. Optamos por volver al hogar, descorchar un Rioja y hablar de lo divino y lo humano hasta la 01:30.
Galería de imágenes del Restaurante Casa Brígida
Restaurantes en Lanzarote
De tapas en Lanzarote
Nos quedamos con las ganas de probar un souflé de chocolate o el hojaldre templado de manzana. Pero es el precio de ir a cenar con pequeñines. Otro día sin parientas proteccionistas ni Gremlins, larga es la noche en Playa Blanca. Optamos por volver al hogar, descorchar un Rioja y hablar de lo divino y lo humano hasta la 01:30.