Violeta Ramírez
Este entrañable restaurante italiano está enclavado en pleno centro de Arrecife. La entrada al local se hace directamente por el comedor, que es escueto y sincero, sin aspavientos. En la decoración destacan los frescos de las paredes que evocan la antigua Pompeya, mezclado con un toque rústico en el mobiliario de salón. La barra es inexistente y lo que en su momento lo fue, ahora es un expositor de pasta que se vende directamente al cliente. Los baños son un poco pequeños y están algo escondidos, lo que resulta incómodo.
En cuanto a la carta, los entrantes más recomendables son la selección de embutidos y quesos (antipasti) y las berenjenas al horno, que son una delicia. Las ensaladas están bien servidas pero no son un hecho destacable, si bien los carpachos merecen un trato mejor.
Donde verdaderamente debemos estar atentos es a la carta de pizzas y pastas. Diariamente, el chef nos recomendará unos platos de pasta fresca, donde no suele fallar la lasagna verde y los espaguetis negros con gambas y ajo: exquisitos. Suelen tener bastante aceptación los Fetuccini Alfredo y la pasta con calabacín y salsa de tomate. Pero si lo que queremos es probar un poco de todo, existe la posibilidad de pedir un Tris de Pasta, donde podremos elegir especialidades de pasta y una lasagna para combinar en un mismo plato. Las pizzas son de masa fina, con ingredientes frescos (salvo los mariscos) y un tamaño medio, que deja saciado a cualquier paladar.
Entre los postres destaca la Panacotta, ya que el resto de la carta es estandarizada. Habrá que estar atentos, eso sí, a que el chef nos recomiende algún otro dulce del día.