Teguise

Teguise

La antigua capital lanzaroteña (lo fue hasta 1798), La Villa de Teguise, es uno de los pocos entramados urbanos de la isla que conservan su estructura arquitectónica. Su casco peatonal empedrado le confiere un aire rústico que coincide con su parsimonioso día a día. Desde su nacimiento, en 1418, Teguise fue villa noble y señorial bajo la dinastía Bethencourt y Herrera, períodos en los que se construye un rico conjunto arquitectónico. Sus monumentos y palacios más admirables explicitan el carácter central que ocupó en el mundo de la cultura y la religión en la isla.

Durante su potencial visita resulta obligado pasearse por la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, el Palacio Spínola y el Convento de Santo Domingo. No es el patrimonio de Teguise de exclusiva contemplación. La mayor parte de sus edificaciones se han puesto en uso. Hay una coqueta oferta comercial, multitud de sitios de tapas y muy buenos restaurantes. En la cúspide de la montaña Guanapay, que cobija a La Villa, se encuentra la fortaleza más antigua de Lanzarote, el Castillo de Santa Bárbara, construida por Sancho Herrera en la primera mitad del siglo XVI. Refugio de los frecuentes ataques de piratas de la época, en 1991 se constituyó en la sede del interesante Museo del Emigrante, con una importante colección documental sobre la emigración canaria de los siglos XVIII y XIX. A partir de 2011, el espacio se reconvirtió en Museo de la Piratería, donde se repasa la vida de piratas universales y, por supuesto, se expone la Historia de los ataques piráticos a Lanzarote.

Casco histórico de Teguise

El municipio de Teguise administra multitud de pagos desperdigados. Coinciden, eso sí, en su tradicionalismo arquitectónico y su traquilidad. Bello paraje el de Los Valles, Guatiza o Teseguite. Especial atención merece la silueta de tuneras que conforman Guatiza y su vecino pueblo de Mala, que derivó en la última creación artística de César Manrique en la isla, Jardín de Cactus.

Mala, Lanzarote

A unos pocos kilómetros de La Villa, hacia la costa noroeste de Lanzarote, se encuentra una de las mejores playas de la isla, Famara. Flanqueada por su espectacular risco y con vistas al Archipiélago Chinijo, sus casi tres kilómetros de extensión resultan un enclave natural de poderosas posibilidades. Rincón de relax y práctica deportiva (ideal para deportes de aventura como el surf y el kitesurf) para toda la familia. Cabe indicarse que sin ser peligrosa, la formación de remolinos por la unión de corrientes marinas debe obligarnos a tomar el baño con precaución y mucho respeto. El pueblo de Caleta de Famara, peatonal de jable, es un coqueto casco marinero con su pequeño puerto e innumerables propuestas de ocio y gastronomía.

De paseo por playa de Famara, Lanzarote

Teguise acoge también el núcleo turístico de Costa Teguise. Sus condiciones climatológicas lo hacen especialmente indicado para el turismo deportivo, principalmente el windsurf. La zona, de las tres existenes en Lanzarote, resulta la más tranquila a nivel turístico.

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Arrecife

El principal atractivo de la ciudad es su franja marítima que hacia su casco histórico entronca con sus mejores valores patrimoniales, el conjunto histórico del Castillo de San Gabriel (1742) conformado por esta fortaleza y la ya mítica silueta del puente de Las Bolas. Este paseo se une a la avenida de la iglesia (finales del siglo XVII) y el Charco de San Ginés, un pequeño núcleo marinero que derivó con el paso de los años en la capital de la isla.

San Bartolomé

San Bartolomé ocupa el centro de la isla. El asentamiento rural de El Islote, enclavado en los alrededores de las coladas volcánicas de Timanfaya, es uno de sus espacios más atrayentes, en las cercanías de la obra de César Manrique, Monumento al Campesino. En San Bartolomé encontramos algunas de las casas más representativas de la arquitectura popular, Museo Tanit y Casa Mayor Guerra entre otras.