Alfredo Martínez
A falta de monte y desde que abril irrumpe en el calendario, nada mejor en Lanzarote que tirarse a la playa.
Playas, como sabrán, las hay para todos los gustos y de todos los colores.
Al norte, sur, este y oeste de su geografía. En La Graciosa, islote al noroeste de Lanzarote, también. Playa Francesa, Las Conchas, El Salao, Montaña Amarilla…
Allí fui, pero a una playa que no conocía.
La foto corresponde al barranco de los conejos.
El amigo Chagüi nos habló de esta pequeñita pero preciosa cala situada entre Caleta del Sebo y Pedro Barba (los núcleos de población graciosera), a media horita de pateo desde el puerto.
Sólo unas pocas gaviotas acompañan la estancia en los escasos 20 metros de arena. Las aguas cristalinas y sus fondos multicolores invitan al baño. Haciendo el cristo puedes perder la mirada en el imponente risco de Famara y Punta Fariones…y puedes perder la orientación ensimismado.
El periódico, un libro, unas palas de madera, la radio o el brain training. Da igual lo que te lleves. El tiempo se para en La Graciosa.
Te descuidas un poco y no llegas al barco de regreso a Lanzarote.