CÓMO ABORDARLO: Salida en barco desde Órzola (norte de Lanzarote) a Caleta del Sebo (La Graciosa). A pie o en bici (la bici la podemos llevar desde Lanzarote o alquilarla por unos diez euros en La Graciosa). DISTANCIA: 12 kilómetros. DIFICULTAD: Baja-Media. DURACIÓN: Entre tres y media y cuatro (a pie) y dos y dos horas y media (en bici). A TENER EN CUENTA: Llevar ropa y calzado adecuado. Agua. Alguna chocolatina y bollería. Gorra y crema solar. No nos olvidemos del móvil. Es recomendable apuntar algunos teléfonos del servicio de taxi de Caleta del Sebo. PARA DESPUÉS DEL PATEO: La avenida de Caleta del Sebo tiene bastante vidilla. Terrazas, restaurantes con buen pescado y magníficas vistas al risco de Famara.
La Graciosa es un paraje natural de una belleza y encanto muy peculiares. El tránsito por la franja suroeste de la isla resulta un paseo tranquilo. Supone la contemplación de numerosos paisajes, donde el mar y la tierra se unen ofreciendo caprichosas y variadas formas. Al llegar a Caleta del Sebo debemos decidirnos por hacer el camino a pie o en bicicleta. Las dos son buenas opciones, aunque andando podemos abordar la ruta por toda la costa. Si nos decantamos por la bici, hay que tener presente que en muchas zonas de acumulación de jable iremos a pie cargando con ésta.
Desde la capital graciosera, partiremos en dirección oeste con Montaña Amarilla, al suroeste de la isla, marcada en el horizonte como objetivo. A la salida del pueblo nos encontramos con el campamento de la bahía de El Salado.
Al sur, el imponente risco de Famara de Lanzarote acompaña fielmente nuestros pasos. Apenas sopla el viento, lo que provoca un atronador silencio, roto en pocas ocasiones por las gaviotas y las pardelas cenicientas que sobrevuelan la cercana marea.
A los veinte minutos de pateo, tropezamos con la playa de El Salado. A pesar del ambiente seco, la costa se ve sometida por abundantes poblaciones vegetales que cruzan, parecen organizadas, de sur a norte la isla. El agua es clara y espera tranquila a que rompan su parsimonioso estado. Dan ganas, pero les recomendamos esperar a un estado más avanzado del camino (montaña amarilla, playa de La Cocina).
Muy parecida a la anterior, surge de la nada más absoluta playa de Los Franceses. Un poco más a ancha y larga que Salado. Más asocada y apacible gracias a la cercanía de Montaña Amarilla. Podemos bordear la costa en destino de este enigmático peñón o cruzar por un camino claramente visible al final de esta playa. Algunos, a estas tempranas horas, ya han preparado lo que será una larga jornada de tranquilidad. Ahí se paran, en los recovecos de piedra natural que pueblan las playas de La Graciosa.
Superada esta pequeña cota, presenciaremos la explosión de colores de Montaña Amarilla. Su base es de color mostaza (de ahí su nombre), pero su espectacularidad proviene de la combinación con el granate de su bajita cúspide. El caminante que visita La Graciosa, en ningún momento se imagina la existencia de la sugerente calita que une mar y tierra. Es la playa de La Cocina. La imagen inferior habla por sí misma. Les invitamos, después de hora y media de ruta, a probar sus placenteras aguas. Es un baño que sabe a gloria. Buen momento éste, mientras nos secamos en las láminas mostaza de la montaña preguntándonos cómo la naturaleza crea estos espacios, para reponer fuerzas.
La continuación del sendero se aborda escalando el desnivel entre la playa y Montaña Amarilla. La rodearemos en un camino muy estrecho, propio de un paso de cabras. Desde este punto obtendremos una magnífica panorámica del trayecto realizado: Punta Fariones, el risco de Famara, el río que une Lanzarote y La Graciosa, Caleta del Sebo y las playas de El Salado y Los Franceses. El paso del sur al norte de la isla se percibe claramente por el viento. Pegará con bastante intensidad y se nota, sobre todo, si vamos en bici. Atentos los ciclosenderistas porque el caminito de cabras, de por sí complejo para rodar, se ve interrumpido en algunas franjas por los corrimientos de las lluvias invernales.
Desde Montaña Amarilla caminaremos en dirección noroeste-noreste. Alcanzaremos el morro de La Carrera, al norte de La Graciosa. Esta zona tiene apariencia de plató natural de western. La vegetación, sobre todo la aulaga, inunda el paisaje. Conquistado el morro, patearemos en dirección oeste-este, a unos pocos metros de la costa norte de la isla. A medida que se va abriendo el día, percibiremos con nitidez los místicos islotes vecinos a La Graciosa: Montaña Clara, tan cerca y tan lejos, el roque del Oeste y un poco más refugiada por las nubes, Alegranza.
Llevamos tres horas de ruta. Afrontamos la última. Muy sencilla. De camino oeste-este contemplaremos otra cota montañosa, la montaña del Mojón. La rodearemos por su cara norte en dirección noroeste-sur. Apenas un kilómetro de rodeo, estaremos sobre una de las vías principales de La Graciosa. Veremos algunas plantaciones. Del Mojón caminaremos en dirección norte-sur, de vuelta a la capital, Caleta del Sebo. Es otra oportunidad para, con calma, asistir al sendero transitado en toda su extensión. De regreso, podemos rematar las cuatro horas de pateo reponiendo fuerzas en algún restaurante o tomando unas merecidas cañas en las agitadas terrazas de verano de La Graciosa. Por recomendar, cualquier pieza de pescado fresco.