HORARIO: De lunes a sábado de 10:00 a 14:00 horas.
TARIFAS: Entrada libre.
INFORMACIÓN Y RESERVA: 928 846 365 y acemuseo@aena.es.
PLANO DE SITUACIÓN:
“¿Quién, que no fuera tomado por loco o tonto, iba a ser capaz de decirle a nuestros padres que nosotros iríamos en avión a Las Palmas en el breve tiempo de una hora?”, Melquíades, Tiempos viejos, tiempos nuevos, publicado en Pronósticos (06-07-1946)
Del descacharrado Junker 52 de Iberia al supersónico Concorde. De la pequeñísima base militar como lugar de recepción a las cuatro terminales actuales. De bajarse dos pasajeros del Junker 52 en ese vuelo inaugural del 12 de junio de 1946 a los más de cinco millones de viajeros que rondan anualmente por el Aeropuerto de Lanzarote en la actualidad. Ésta es la fotografía resultante del museo construido por Aena en las dependencias de la primera boca de entrada a la isla a través del aire. Un viaje por la historia de la superficie aeroportuaria lanzaroteña que constituye un sólido relato gráfico y estadístico de las profundas transformaciones vividas por la isla desde mediados del siglo XX.
Sin embargo, antes de que Guacimeta acogiera al aeropuerto lanzaroteño, los lugareños pudieron disfrutar maravillados de las arribadas de diferentes hidroaviones a Arrecife. El primer acontecimiento data de 1919 cuando los aviadores franceses Henry Lefranc y James Roujard se vieron forzados a aterrizar en aguas capitalinas, en un biplaza George-Levy GL-40. Un lustro después, en 1924, Ramón Franco, hermano del futuro dictador español, cautivó a las gentes de Arrecife (ver foto superior) con su llegada en el hidroavión Dornier Wall en la bahía arrecifeña. La maravillosa instantánea, presente en el Museo Aeronáutico, fue obra de Aquiles Heitz.
Como sostuvo el ciudadano Melquíades en Pronósticos en 1946 (en la cita que encabeza esta información), quién le iba a decir a los lanzaroteños que 20 años más tarde de la arribada de estos hidroaviones podrían volar a Las Palmas y pasear por Vegueta en una hora aproximadamente. Y que después de perderle el respeto, y el miedo, al milagro aeronáutico se convirtiera en vehículo de transporte para conocer mundo (como la imagen a la derecha, con Los Buches volviendo a Lanzarote después de una actuación en Las Palmas). La muestra fotográfica histórica acoge también el dirigible alemán Graff Zeppelin y su bajo vuelo sobre la capital grancanaria años antes de la II Guerra Mundial.
El itinerario histórico se complementa con la exposición de diversos materiales que el aeropuerto lanzaroteño ha ido almacenando desde 1946: rudimentarios medidores de la velocidad del viento, teléfonos antiquísimos, cintas de embarque más propias de una frutería que de un aeropuerto (ver foto a la izquierda), documentación variada de las cartas de navegación… Muy llamativa resulta la implicación del Cabildo de Lanzarote en las mejoras del recinto. De 1948 a 1958 la institución insular invirtió la friolera de 411.215 pesetas de la época y 98 céntimos de peseta… también de la época. ¿Para qué ese dinero? Con dirección a cubrir con dignidad las primeras visitas turísticas: compra de alfombras, pintura para el salón de recepción, asfaltado de la pista de aterrizaje, etc.
La nula expectación del viaje inaugural del aeropuerto lanzaroteño, el 12 de junio de 1946, contrasta con la importancia capital en la vida económica y cultural del Lanzarote de hoy. El Museo Aeronáutico conjuga ese viaje en el tiempo. El inmenso gráfico que describe la carta aérea de las islas canarias en la actualidad da fe de esa compleja transformación experimentada en el archipiélago. De estar dejados de la mano de Dios a conformar una industria turística y económica de primer orden en apenas medio siglo. Una revolución que queda bien reflejada en el montaje audiovisual del museo, con las voces de los principales protagonistas de aquél viejo y pequeño recinto aeroportuario de Lanzarote de mediados de siglo pasado.
A pesar de su carácter histórico, el Museo Aeronáutico contiene numerosos elementos lúdicos para niños y adolescentes. Las fotografías y maquetas de la evolución de los aviones que han surcado el cielo lanzaroteño (ver foto superior a la derecha) dan muestras de esa perspectiva intergeneracional.