El trabajo en la cocina ha situado al Restaurante Amura como unos de los mejores restaurantes de Lanzarote.
Cuesta, y mucho, encontrarle algún pero.
Si al buen hacer culinario le sumamos la atmósfera inmejorable que se respira en el recinto, la combinación resulta explosiva.
Aciertan, incluso, con el sinuoso jazz saltarín que acompaña la velada.
El edificio ocupa una estratégica localización de Puerto Calero. Alejado del bullicio comercial, se asienta en uno de los puntos más tranquilos de este puerto deportivo.
Una inmensa terraza y una elegantona pérgola nos acogen en una zona totalmente asocada de los vientos constantes de Lanzarote.
Aunque el interior del restaurante resalta por su moderna decoración, no hay duda de que el encuentro culinario sube de nivel en la terraza.
Las vistas de la costa sureste de la isla, así como el ambiente deportivo que rodea la estancia la hacen especial.
Comprobamos, también, que el servicio es de una extraordinaria profesionalidad. Profesionalidad que no está reñida con la amabilidad, simpatía y cercanía.
Nada forzado, totalmente natural. De matrícula de honor.
Abrimos la mesa con un rejo de pulpo a la plancha laminado con puré rústico de papas. Su sobresaliente textura nos recuerda a aquella golosina que no se derrite en tu mano, sino en tu boca. Suavísimo y sabroso, en efecto, el pulpo explota en tu boca conservando su esencia de haber estado en la mar hasta hace bien poco.
En idéntica dirección apunta la coca de hojaldre con vieiras. El molusco, también suavísimo, está muy bien acompañado con unas verduritas asadas y un caramelo de pimientos.
De nuestra última visita destacamos tres nuevos entrantes: Un primoroso royal de foie acompañado de mango y manzana; un sustancioso y sabroso huevo frito con espumoso de papa y chipirones; y una cinta de calamar con setas.
De los tres, no nos termina de convencer este último. Preferimos el rejo de pulpo. Las raciones están bien servidas. En este sentido, el Restaurante Amura se aleja de la moda de plato grande, ración pequeña.
Nos decantamos por una terrina casera de foie y cherne ahumado.
Su preparación equilibra los sabores de manera óptima, el paladar asume el foie y el cherne conjuntamente.
En una segunda visita probamos otros dos nuevos entrantes. Unos raviolis suavísimos de bogavante y setas con salsa de vino blanco. En un primer momento de la cata no hallamos rastro alguno del bogavante. Sin embargo, por arte de magia, poco a poco éste va apoderándose de nosotros hasta estallar en todo su esplendor.
Y unos chipirones salteados con mojo cilantro. No tan suave como el pulpo ni la vieira, pero extremadamente sabrosos, pura esencia marina.
La carta de vinos está a la altura del restaurante. Una selecta y completísima lista de caldos que, atendiendo a su calidad, mantienen un precio razonable.
No hay tanta variedad en los platos principales, aunque se cubre con garantías las potenciales apetencias.
Saboreamos un excelente cochinillo acompañado de papas confitadas.
El tratamiento del solomillo también recibe buena nota. Poderoso de sabor, gracias a un toquito de jugo de vino tinto, y extremadamente suave.
Un cebón de buey sencillamente preparado y al que el chef, de sobra, sabe a qué punto presentarlo para que el comensal extraiga toda la potencia de esta carne.
En efecto, parece que el chef lo preparó para sí mismo.
En los pescados nos pareció sublime un lomo de atún, combinado acertadamente con un sofrito de tomates, jugo de balsámico y algas.
Por fin hoy probamos el sancocho (plato tradicional de Canarias) de Amura. Con sobrada solvencia nos concede un sancocho moderno.
Un suavísimo cherne, salado al punto como manda la tradición, confitado a 62º, acompañado de novedosos toques modernos: batata en puré, crujiente de gofio y un primoroso espumoso de papas arrugadas.
La carta gana enteros nuevamente con la apuesta repostera. Un surtido amplísimo de postres y sabores varios.
Atinan también con la combinación de helados y sorbetes caseros, así como las milhojas de papaya y piña.
Bastante apropiado nos resultó el delicado hojaldre con praliné de avellana y helado de leche merengada.
Mención aparte recibe el mousse de coco, curry y pompa de zanahoria.
En nuestra última visita degustamos un delicioso lingote de mascarpone, fresas, flores y matices de café.
Para mejor ocasión, dejamos el postre de chocolate líquido. Extraña en la sobremesa el incremento de la humedad, que aconseja tener en cuenta si apostamos por Amura para la cena.
A esta hora, sin embargo, cuando empieza a esconderse el sol tras Los Ajaches, apetece una copa dejando pasar el tiempo.
Dirección: Urbanización Puerto Calero
Horario: Martes a domingo de 13:00 a 23:00, lunes cerrado.
Observaciones: Cocina internacional de excelente calidad, decoración moderna, ambiente agradable.
Información y reservas: 928 513 181